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S.B.H.A.C.

Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores

Arte y artistas plásticos en la Guerra Civil española

 MANUEL MONLEÓN BURGOS

  Autorretrato en la Carcel Modelo de Valencia en 1940.

Monleón nació en Valencia en 1904, y pertenecía a esa vanguardia (Renau, Ballester, Bauset, Pérez Contel, etc...) que llenó Valencia de luz y nuevas ideas que renovaran a los antiguos maestros. Monleón era de familia humilde y pasó graves fatigas en su infancia. Carencias que marcaron su juventud. Se inició como aprendiz en un taller de abanicos, donde pintaba las miniaturas que los adornan, y lo hacía tan bien, que se le aconsejo presentar una exposición en Valencia. Tan buena fortuna tuvo que repitió al año siguiente en Barcelona, donde el éxito fue aún mayor. Y mientras se le abría una prometedora carrera, el amigo Monleón se concienciaba de la necesidad de llenar la mente de ideas y de mejorar el cuerpo que las penurias le habían dejado, así que se puso a la obra, visitó gimnasios, se hizo naturista y poco a poco se fue acercando a las tesis del anarquismo más utópico, que le cuadraba estupendamente. Su contacto con la vanguardia artística valenciana le radicalizó un tanto, pasando a formar parte del grupo que capitaneaba Renau y que más tarde fundaría la Unión de Escritores y Artistas Proletarios que quedaron deslumbrados por las realizaciones de la vanguardia artística soviética. Monleón realizó abundantes retratos de prohombres rusos. Sus inquietudes artísticas le llevaron pronto, como a Renau, al novedoso estilo del aerógrafo del que se demostró un consumado maestro y a la fotocomposición, tan soviética. En esos años republicanos de tanta efervescencia política, el arte de Monleón también entró en efervescencia en portadas de revistas de vanguardia, carteles y cuadros. Monleón levantaba pasiones con su estilo, mezcla de naturalismo, surrealismo y colores un tanto particulares. Al parecer de los expertos, Monleón, que practicaba una autodisciplina muy severa, habíase imbuido de un método de auto perfeccionamiento que le llevó a parajes artísticos que nunca nadie había visitado. Monleón era un genio en ciernes, sin duda, aunque ya se encargaría la guerra de destruirlo, como a tantos otros. La llegada de la guerra civil, enfocó su arte a la propaganda, como a todos. Monleón destacó por su radical visión del conflicto y por su militancia en el arte al servicio de la revolución, tal como su amigo Renau quería. Con la derrota, Monleón fue consciente de que habiéndose significado tanto, nada bueno podía esperarle. Haciendo caso de los rumores que aseguraban que barcos neutrales evacuarían a los republicanos en el puerto de Alicante, allí se dirigió como muchos otros artistas valencianos. Detenido por los italianos, fue conducido al campo de concentración provisional de Albatera, dónde ya en manos de españoles, fue desprovisto de todo lo que de valor llevaba, como todos. A continuación fue clasificado y tras un periplo de varias cárceles recaló en la Modelo de Valencia. Juzgado, y como era de esperar para alguien tan significado, fue condenado a muerte. La espera de la ejecución de la condena fue terrible, con las elaboradas técnicas de destrucción de la personalidad de los condenados a muerte, como encender todas las luces de pronto e ir nombrando a las gentes que iba a ser fusiladas por su nombre de pila, después una interminable pausa, donde todos los que se llamaban así se deshacían por dentro, y finalmente los apellidos de infortunado. A lo que se acompañaba de una siniestra voz que decía ¡Con todo! Lo que significaba que ya no se volvía. En 1943 Monleón fue indultado. En el ínterin había plasmado en dibujos de fortuna todo lo que vivió en la cárcel Modelo. Cuando salió y pisó las calles de Valencia se dio cuanto del brutal cambio. Aquella ciudad, triste, sombría y cautiva, nada tenía que ver con la Valencia luminosa que él había conocido, incluso en los últimos meses de la guerra. Pero había que vivir y alimentar a la familia. De modo que contactó con los profesionales del medio que aún trabajaban y consiguió encargos menores de publicidad, orlas, tarjetas, publicidad de mano, etc... Los años pasaron y aunque el negocio iba bien, Monleón no. Era un genio olvidado, sospechoso, y psicológicamente muy dañado. A esto se añadieron ciertos lances personales que acabaron mal. Monleón decidió emigrar en 1950 a Colombia, donde se rehizo económicamente y donde pudo rehacer igualmente su carrera artística. Y tras una exitosa exposición de acuarelas en Bogotá en 1955, pudo dedicarse a otras artes plásticas y a la restauración, amen de su exitoso trabajo publicitario. En 1962, Monleón y su familia regresaron a España donde montó una agencia de publicidad que dirigía su hijo. Instalado en su antigua casa de Mislata emprendió su ultima carrera artística centrada en la pintura. Unas cataratas que venía padeciendo le dejaron casi sin vista y mermaron sus facultades artísticas, pero aún el genio de Monleón pudo plasmar su realidad en el cuadro del anciano ante la vela. Murió en 1976 y fue probablemente uno de los artista más perjudicados por la Guerra Civil.

La vela se apaga...

 

Carteles de Monleón

Preso.

Celda...